A Belgrano, lo llevaría a pasear por
las aulas de las escuelas, para que vea cómo enseñan a los niños y
jóvenes la historia argentina.
A Henry James, por alguna de sus
novelas.
A James Jesus Angleton, pero me temo
que el lugar a donde lo lleve lo deberé mantener en secreto.
¿A la mía? O sea, ¿a la instaurada
en mi cerebro vía creencias varias? No adhiero a ninguna en
particular que lleve ningún título o algo por el estilo.
A mi abuela. La llevaría a tomar el
té. Daría lo que fuera por volver a hablar con ella.
A
mi prima le dijeron que no podía tener hijos, adoptó tres hermanas
(de 7, 5 y 3), cumplió 40 y hoy está embarazada.
A veces le digo a mi marido que salgo
a tomar el té con amigas y en realidad voy a bailar tango a un club
con mi prima. Hace cinco meses que lo hago y me siento mucho mejor.
Adrián.
Algo de Bach.
Algo más de autoconfianza.
Algunos flashes de jardín de
infantes, juegos, la maestra, el patio del jardín y el arenero.
Recuerdo que entre los juegos que al final del día ordenábamos en
sus respectivos lugares al sonar de la canción "a guardar, a
guardar, cada cosa en su lugar...", estaba este acordeón que me
gustaba mucho, era chiquito evidentemente porque lo recuerdo como de
un tamaño acorde a mi tamaño y tendría unos 3 ó 4 años en ese
momento.
Alimentación y educación. Básico.
Amar lo que uno hace, apasionarse por
todo.
Ana Clara.
Andar
en triciclo en Villa María, Córdoba, sobre una de esas veredas que
hacen TRRRRRR.
Anécdotas.
Pero siempre las olvido.
Antes era muy miedosa pero cuando
nació mi hijo mayor, Santiago, entendí que tenía que ser fuerte
porque ahora tenía alguien a quien proteger y desde ese día ya nada
me asustó.
¡Ay, Dios! No puedo pensar en eso.
Bailo sola en mi casa enfrente del
espejo.
Baño. Música. Internet. Almuerzo.
Tele. Internet.
Cada día me convenzo más de que no.
“Calidad”
es una palabra fea, como dice Mairal que dice Cucurto (“esa palabra
de la industria láctea”). Estoy bastante conforme con mi calidad
de vida y así y todo me vendrían bien una moto (para evitar el
transporte público) y un jardín, un “fondito”, para que las
chicas corran, jueguen y pisen la tierra.
Capturas
de pantalla de eventos históricos (muerte de MJ, por caso), jpg´s
con fotos de chicas lindas y de escritores. No soy de acumular mucho,
sólo tengo una caja de “recuerdos”, lo único que tienen valor:
las fotos y las cartas que nos mandábamos con mi marido antes de
Internet.
¿Carlitos
Balá? ¿Los Parchís? No, hablando en serio: John Lennon.
Casi
siempre, porque quiero.
Cecilia.
Cinco Obstrucciones, de Lars Von Trier
y Jorgen Leth. Me encantó.
Claro que hace ruido. ¿Creés en la
vida después de la muerte..? ¿Creés en el ruido si nadie está ahí
para oírlo? Claro que hay sonidos, en todas partes, por más que uno
no los oiga siguen estando ahí, el hecho que haya alguien alrededor
para oírlo es anecdótico. Es lo mismo, claro que habrá vida cuando
me muera, que yo no esté con vida no quita que no la siga habiendo.
Claro que sí.
Claro.
Comí un yogurt con cereales, mandé
un sms, hablé con mi madre, recibí un llamado laboral, me duché,
chequeé e-mails, chequeé tweets, chequeé cosas en Facebook, recibí
el llamado de una amiga ("C." de aquí en más) con la que
quedé para hacer fotos, me encontré con C., fuimos en auto al río
en Vicente López, le saqué fotos con faldas diseñadas por mi madre
para su página web, estuvimos al sol un rato, recibí un sms de una
amiga extranjera ("W." de ahora en más) que está en el
país, dejé en su casa a C., volví para la mía, chequeé e-mails,
chequeé tweets, chequeé cosas en Facebook, le mandé un sms a W.,
organicé asado en casa con el resto de los integrantes de mi
familia, fui a la verdulería compré verduras, fui al supermercado
compré algo de carne, bebidas y pan, hablé con W., me duché, fui a
buscar a W. a Abasto, vinimos para casa, cenamos asado mirando
televisión y charlando con mi familia, vimos una película, hablamos
un poco, miramos fotos, la llevé a su casa, y aquí estoy,
contestando este cuestionario.
Comida, ropa y techo.
¿Cómo podría saber eso estando en
éste?
Como tengo un hermano mellizo (en
realidad éramos trillizos, pero ésa es otra historia y de eso no
tengo recuerdos) mis recuerdos más antiguos lo incluyen. Resulta
que, de bebés, no nos gustaba dormir la siesta y nos pasábamos de
cuna en cuna. Recuerdo eso: a nosotros dos, tirándonos de una cuna a
la otra. Una vez, hasta hicimos un trencito con ellas.
Con la muerte no tengo ningún tema.
No me preocupa en lo más mínimo el asunto. A ver, no quiero morir
pero no creo que haya nada después y eso no me provoca ninguna
incomodidad. Cuando uno muere, se acaba todo. Yo no quiero alcanzar
la vida eterna, no quiero más vida que ésta. Quizás por eso le
tengo tanta fe.
Conduciendo este cuestionario. No:
respondiéndolo.
Conocí a esta chica pelirroja,
Pamela, en la barra de un bar hace unos años atrás. Tenía puesto
un vestido negro y llevaba el pelo recogido en un rodete alto. Era
muy pálida y altísima. Estaba sola y me acerqué para preguntarle
si solía frecuentar ese bar. Hablamos durante una hora. Me contó
que trabajaba en una editorial pero que lo que más le gustaba era
cantar. Le pedí que cantara algo y se puso a tararear un tema de
Leonard Cohen, en voz baja y en un tono agudo. Fue amor a primera
vista. Tomamos dos tequilas cada uno y en un momento decidimos irnos
juntos para mi casa. Salimos del lugar de la mano y empezamos a
caminar por una avenida, riendo y tambaleando. De repente, dijo que
se había olvidado algo en el bar. La acompañé hasta la puerta y le
dije que la esperaba en ahí mientras ella iba por sus cosas.
Desapareció. No la vi nunca más. Al día de hoy me pregunto qué
fue de ella y por qué huyó de esa forma.
Conocí a mi marido en una fiesta,
pasamos cuatro días juntos, él se fue de viaje. Yo lo visité dos
semanas, después estuvimos separados otros dos meses y, cuatro meses
después de conocerlo, habiendo estado netamente juntos uno sólo,
quedé embarazada de mi hijo mayor. Acá seguimos, casi nueve años y
tres hijos después.
¿Creés en la vida antes de la vida?
Esa pregunta es capciosa. Claro que hay vida después de la muerte.
Después de mi muerte seguirá habiendo vida, el hecho de que yo no
siga con vida no significa que la vida por sí misma deje de existir.
Ahora si la pregunta es si creo que vuelva a vivir otra vida luego de
que ésta que vivo en primera persona muera, pssss... ¿quién sabe?
Soy incapaz de contestar algo así. Creer en tener vida nuevamente
después de morir es un puro acto de fe. Es creer o reventar. Por eso
la pregunta del comienzo: ¿creés en la vida antes de la vida? No
sabés, no tenés recuerdo, no hay memoria de eso. Es fe, es una
creencia basada en cosas que uno no puede responder a conciencia.
Creo
en la contradicción.
Creo que Cortázar, que me enseño a
mirar el mundo de otra manera.
Creo que fue The Hangover, y sí, me
gustó.
Creo
que lo más importante -los amigos, el amor, la risa, los placeres
carnales y estéticos- no se compran con dinero. Por eso no puedo
pedir que sean gratis. Pero sí que estén asegurados para todos. Más
que cosas gratis, pediría que ciertas cosas se pudieran resolver con
dinero.
Creo
que lo que no debe faltar es alguna forma de amor y de satisfacción
sexual.
Creo
que no, al menos para las cosas importantes.
Creo
que no. Les tengo pánico a las arañas. Me dan miedo las tormentas
eléctricas. Y las películas con Steve Martin o Whooppi Goldberg.
Creo que podría responder si tuviera
esa combinación de cosas, pero como no las tengo estaría hablando
sin fundamentos y suponiendo sobre una situación en la que no me
encuentro.
Creo que sí.
Cualquier ropa que sea cómoda y con
muchos colores.
¿Cuán chico? Tenía amigos, podía
ser buen amigo y compañero dentro de varios grupos de chicos/as, era
el que iba de grupo en grupo y se llevaba bien con la mayoría, no sé
si eso es equivalente a popularidad. En la secundaria me regalaron la
medalla al mejor compañero. En este país no existe esta ambición
norteamericana de la popularidad escolar, seamos sinceros. Y si en
alguna escuela la hay es porque se mueren de ganas de ser más
yankees que argentinos.
Cuando
tenía 2 años y medio, mi hermano (que tenía 5) se tomó un vaso
lleno de aguarrás (por una serie de malentendidos que constituyeron
el accidente doméstico más horroroso de la historia de mi familia),
y estuvo gravísimo. Me acuerdo de cuando lo fui a ver al Hospital
Italiano. Ya estaba recuperado y estaba rodeado de cajas y cajas de
juguetes nuevos que le habían llevado de regalo (más que nada
playmóviles). Me acuerdo principalmente de los profundos celos que
sentí al verlo rodeado de juguetes y padres consintiéndolo.
De chica coleccionaba tapitas.
De
la fama, supongo que casi nada. Pero el dinero me permitiría comprar
un montón de libros lindos y una casa llena de ventanas.
De
ninguna manera. No cuento chistes, no juego al dígalo con mímica ni
al pictionary ni al truco.
Definitivamente
el huevo. De hecho no me consta que el huevo venga de la gallina,
pero sí que el pollito viene del huevo. De niño solía pensar que
había algo mágico: que la gallina se sentaba y el huevo aparecía,
no que ella lo ponía. Desconfío del mundo animal en general.
Definitivamente no.
Definitivamente
no. Cuando uno se muere, se termina.
Dejar el tabaco y la marihuana.
Dejar huella.
Desayuné,
me tomé el 10 escuchando The Hives, tomé mate dulce y mate amargo,
luché con una base de datos, tuve dos reuniones. Me tomé el 10 de
nuevo, me compré un vestido y plegué módulos de origami.
Desayuné, toqué la guitarra,
escribí, fumé un atado de cigarrillos.
Describí el espacio en el que estás.
Dios
creó primero un pollo. Después el pollo se aburría, y le creó una
gallina. Y juntos, fabricaron el primer huevo. Obvio.
Disfruto mucho de estar en soledad,
salir a caminar, escuchar música y componer. Me gusta salir con
amigos a bares de barrio poco conocidos y quedarme hasta tarde
jugando a al póker o al pool.
Disorder de Joy Division.
—Doctor,
se me cae el pelo, ¿me puede dar algo para conservarlo?
Dolores.
Dormir más.
Drogándome
y probando experiencias sexuales un poco más jugadas.
Ehm. Creo que no, aunque me cuesta
tirar cosas.
Ehm...
¿homeopatía? Y un precepto que sería algo como "El mundo es
un quilombo y está buenísimo".
El agua de un río angosto, cerca de
una montaña, con piedras grandes en el lecho.
El almuerzo desnudo de Burroughs.
El
amor.
El arte.
El buen whisky y las chicas. Soy
bastante tímido con las mujeres. La fama ayuda mucho.
El correr del agua.
El de una guitarra o un cello.
El
énfasis.
El holocausto.
El huevo, lejos.
El huevo.
El huevo...
El misterio.
El
muerto vivo (esa que dice "No estaba muerto, no no. Estaba
tomando cañas"). Cantada por Sabina.
El no tener que preocuparme ni por la
fama ni por el dinero.
El productor agropecuario.
El
recuerdo más antiguo de mi infancia es del jardín de infantes. Yo
estaba en mi sala y mi hermano que iba a primero o segundo grado del
mismo colegio entró y me dio un paquete de palitos frente a todos.
Yo me sentí lo más.
El sarcasmo.
El secreto de sus ojos. Y nah... Qué
se yo.... Muy Campanella.
El solista. No, me quedé dormida.
El último hombre de la tierra está
sentado leyendo. De repente, alguien toca su puerta.
El viento fuerte de la playa en
invierno, ese “fuhhh” que es como un torbellino.
El 25 de mayo de 1980 nació en la
Clínica Suizo-Argentina un niño al que llamaron Nicolás Martín.
En
absoluto, mis maestras se aprendían mi nombre después de mitad de
año.
En la casa en la que nací, salir a
ver el tren que pasaba cada dos por tres.
En la playa, al sol y tomando un
licuado.
En
la primaria sí. Estaba en un grado que eran todos medios giles y yo
me hice amigo de los de otras divisiones, que eran más piolas. Y
tuve una novia muy temprano. Una novia bastante zarpadita.
Encontrar felicidad en la mayor
cantidad de momentos posibles sin ni siquiera proponérmelo como
prioridad.
Es la sala de televisión de mi casa.
El televisor es de 52 pulgadas, hay un sillón verde de tres cuerpos
con apoya pies y un mueble repleto de películas.
Es mi habitación. Tiene seis pasos
por seis pasos. Una cama de una plaza con un cubrecama color verde
pino, un modular de esos montables y de color madera que venden en
Easy, una pequeña biblioteca pintada de negro, una cómoda también
pintada de negro y algo de rojo, dos escritorios uno rojo y negro y
el otro color madera, un placard grande pintado de rojo, muchos
pequeños objetos de mi agrado, un par de computadoras, algunos
instrumentos de percusión, hay papeles, banderas, fotografías,
revistas, cds, dvds, cassettes, libros, agendas, muchos cables,
bolsos varios con objetos de fotografía y video dentro. Hay una
ventana que mira al este y a un patio con verdes. El cielo raso es
alto, el piso de parqué; una pared blanca tiene dibujos en colores
hechos con aerosol, otra es lisa color cemento, la otra tiene fotos y
postales pegadas. Pero la mejor manera de describir un espacio, para
mí, sería fotografiándolo o grabándolo en video.
Es un living amplio, luminoso, aunque
ahora no hay luz porque es plena noche. Hay una mesa que no usamos
para comer porque está llena de libros. Hay una computadora vieja de
mi concubino, una impresora, un router (de última generación ambos
porque vienen de mi lado). Un CPU muerto que descansa ahí, esperando
ser resucitado. Hay un gran ventanal que da a un balcón terraza. Una
mesita de luz antigua (sí, en el living), sobre la que hay más
libros. Un par de lámparas de pie. Una biblioteca. Otra biblioteca
más sin armar porque vino sin los clavos. Más libros en el piso y
papeles. Por todos lados. Un sillón naranja. El 98% de nuestros
muebles han sido heredados. Las paredes son blancas. A la entrada hay
un gran espejo (el único de la casa, en el baño no hay) en cuya
parte superior pegamos fotos encontradas en la calle.
Escribir
como Truman Capote.
Esta
pregunta me excede. Pensar en "todo" me resulta igualmente
fascinante y conflictivo.
Estando
solo veo televisión, toco la guitarra y el piano, canto, leo
revistas, diarios y blogs y me entero de la vida de los otros en
facebook. Con amigos lo que más disfruto es salir a cenar y después
venir a tocar el piano todos a mi casa.
Estar bien.
Esteban.
Estimo que mi madre.
Estoy
cerca del mar, a la sombra, haciendo origami. Hay un poco de viento
(casi nada) y música a lo lejos.
Estoy
en la mesa del living de mi casa, que es un monoambiente grande pero
muy desordenado.
Estoy
en la oficina. Es un piso enorme y largo. La oficina está desierta
porque hoy es feriado (yo elegí trabajar porque me dan dos días
libres a cambio). Las ventanas son enormes. Una da a Broadway, otra
da hacia el sur, y otra da a Lafayette. El día esta gris y hace
frío. Mi escritorio es un caos de papeles, lápices, post-it notes y
latas de coca light. Tengo dos monitores enormes y mucho trabajo
atrasado!
Estoy en mi departamento. Es un
monoambiente bastante desordenado, con las paredes blancas llenas de
fotos de bandas de rock. Estoy sentado sobre mi cama, que también
funciona como sillón. Apoyo los pies sobre una alfombra psicodélica
de todos los colores. Sobre la alfombra hay discos, libros, fotos,
dos biromes, un cenicero, mi guitarra…
Estoy en un escritorio de madera
oscura. Hay varios portarretratos con fotos familiares y algunos
papeles que tengo que ordenar.
Estoy
escribiendo sobre una mesa de vidrio, estoy descalza, el piso es de
madera, es hueco, suena lindo. Tengo a Girl with a ribbon mirándome
desde la pared, la puerta de balcón está abierta, entra vientito,
hay una silla muy 70s de terciopelo en dos gamas de verde sosteniendo
la puerta , muchos libros tirados en el piso, un teléfono antiguo,
uno inalámbrico, una guitarra criolla…
Estoy sentada en el sillón rojo del
living de casa, con un camisón violeta a lunares, una maraña de
rulos atada en un rodete y un vaso de jugo sobre la mesa ratona en la
que apoyo mis pies. Atrás mío hay quince espejos chiquitos en forma
circular pegados a la pared. Entre todos tienen el efecto de reflejar
la continuación del espacio sin que se noten los huecos entre ellos.
A mi derecha, hay un ventilador de pie y una pila de CDs. A mi
izquierda, las pantuflas tiradas.
Everything in its right place.
Femenino.
Femenino.
Femenino.
Femenino.
Femenino.
Femenino.
Femenino.
Fito
Páez.
Florencia.
Francisco.
García Márquez.
Generalmente no.
"Gratuito para todos" suena
más a un superpoder de ficción que a una realidad posible, así
que: quitaría la maldad, la negligencia y la torpeza de cada uno de
los seres humanos del planeta por un día.
Había una vez una niña que cantaba.
Hace poco fui a la casa de una amiga
para ayudarla a ordenar la casa porque a la noche le iba a festejar
el cumpleaños al hijo. Estábamos en la cocina cuando de golpe
escuchamos un ruido como de cajas cayéndose en la despensa. Nos
asustamos. Mi amiga me pidió que fuera a buscar el teléfono
mientras ella chequeaba qué había pasado. Cuando abrió la puerta,
se encontró con una rata del tamaño de una gallina que estaba
comiendo migas de galletitas. Gritamos y cerramos la puerta de la
despensa. Mientras esperábamos que llegara el exterminador de ratas,
escuchábamos cómo el bicho se movía entre las cajas. Fue horrible.
Hace ruido. Un terremoto puede verse
como "la ira de Dios" o bien como un "fenómeno
natural".
Haría que en cada esquina hubiera una
obra de arte, que todo el mundo pudiera acceder a ese universo
increíble. Sacaría al arte del museo y lo llevaría a cada rincón
de la ciudad para que la gente pueda sentir y pensar.
Haría que en todos los hogares del
mundo sonara “Imagine” al mismo tiempo.
Hay
un momento de mis tres años, creo que es lo más lejos que puedo
llegar. Estamos con mi hermana y mi mamá en una hamburguesería,
sentadas en una mesa de afuera, es de noche, hace mucho calor,
estamos en Asunción, Paraguay. Mi hermana y mi mamá charlan, yo
miro las piedritas del piso, todo el piso está lleno de piedritas.
Hay
una ventana y del otro lado la copa de un árbol muy verde, los
restos del desayuno en una mesa, algunos cables enchufados en la
tele, una biblioteca blanca, un sillón muy cómodo; mi casa es muy
parecida a lo que siempre quise que fuera mi casa.
Hernán.
Historias, debe ser lo que más
colecciono.
Hopefully not.
Hoy, dejar de vivir en un suburbio. Y
tener un trabajo mejor pago.
I’ll be your mirror de The Velvet
Underground.
¿Importa?
Instrument, de Jem Cohen, sobre
Fugazi. Es increíble, la vi como veintiocho veces.
Intentar asegurar cosas.
Ir
rompiendo barreritas. Acceder todo el tiempo a zonas nuevas de uno y
de los otros. Armarse un mundito donde estés cómodo y feliz.
¡Ja!
Jamás lo fui. Siempre me sentaba en
la última fila de bancos y en los recreos jugaba solo en un rincón.
No tenía amigos, sentía que mis compañeros no me entendían. Sufrí
mucho de chico. Me acuerdo de que las chicas del curso solían decir
que yo tenía una especie de virus o algo así y que si alguien me
tocaba se iba a contagiar. Entonces habían inventado un juego en el
que una de ellas me agarraba del hombro y comenzaba a gritar “¡La
mancha! ¡La mancha!” y corría para tocar y “esparcir el virus”
a otra persona.
Jimi Hendrix.
Jugar con una vecinita en la primera
casa en donde vivimos.
Julieta.
La
biografía de Truman Capote, por Gerald Clarke.
La casa de Ramos Mejía de mis
abuelos.
La
de Coco Chanel. Me pareció un embole.
La decadencia de este país y sus
ridículos gobiernos.
La dictadura militar argentina.
La eterna búsqueda de la felicidad,
aun sabiendo que es imposible.
La fama no me interesa y tengo
conflictos con el dinero.
La fobia.
La guerra.
La
iracundia.
La música.
La posibilidad de acercarte a tus
sueños.
La publicidad (porque el capitalismo y
la revolución industrial son más viejos).
La salud.
La
tele transportación. Primero la tienen que inventar, y después
tiene que ser gratis para todos.
Laboralmente,
porque me pagan, y es dentro de todo un trabajo digno y en general no
muy espantoso. El resto, porque me gusta o me divierte.
Lady with the Spinning Head de U2.
Lamentablemente no.
Las
chicas con tatuajes de colores en los hombros. Los hombres que se
ríen con toda la cara, los que saben hacer cosas como armar cables o
sacar fotos. Y especialmente las espaldas.
Las compras del supermercado.
Las
enfermedades de transmisión sexual son una cagada. Nos llenaron de
trabas y paranoia.
Las
risas.
Le
tengo miedo a todo: el mar, el avión, la ruta, la oscuridad total,
las casas grandes, los fantasmas, a volverme loca, a ser mala madre.
Leer, escuchar música, ver películas,
caminar, reírme, cocinar...
Leo,
cocino, tejo, veo películas, veo series, chateo con amigos (están
todos lejos, si no iría a tomar café), boludeo en internet, saco
fotos, escucho la radio, escucho música. Pretty much lo mismo que
hace todo el mundo.
Leo.
Cocino. Me divierte todo el ritual de la comida, probar nuevos
restaurantes, descubrir bodegones donde comer rico y barato…me
gusta ser anfitriona, invitar gente a comer, que me inviten a comer.
Les
leería La Balada del Café Triste.
Limpie la casa, hice compras, hice
fiaca.
Llevaría al Maharishi Mahesh Yogui a
un recital punk y lo haría subir al escenario para presentar a la
banda.
Lo
que más me atrae es la posibilidad de delegar cosas que me molestan,
todo tipo de trámites. Desde los más obvios hasta cosas como
elegirme la ropa o qué comer. Me gustaría que todo eso ya venga
seteado, bien seteado, por gente idónea. Supongo que más que la
fama y el dinero, me gusta el poder.
Lo que no pretende serlo.
¿Lo
que más me gustaría? Tener my own personal Jesus (Luz).
Los
"de adentro": lo que se escucha cuando apoyás la oreja
sobre el pecho o la panza de alguien.
Los
abrazos rotos, de Almodóvar. Me gustó.
Los
besos y todo lo que se pueda hacer con la boca. Toda la cosa previa.
Y cuando ya no importa nada. Sexy no es una palabra que yo use mucho,
pero el modo de consumo de la cocaína es tremendamente sexy.
Los
cuentos de Salinger. Sobre todo Franny & Zooey, y Raise High the
Roof Beam, Carpenters / Seymour: an Introduction. Aunque
a veces también Nine Stories. No me canso nunca de releerlos.
Los vestidos cortos, las botas altas y
el pelo de una mujer cayendo sobre su espalda descubierta.
Love,
etc., de Julian Barnes.
Lucía.
Mafalda,
creo.
Mandé a mis hijos a la escuela, volví
a la cama porque tuve insomnio. Salí corriendo a buscar a mi hijo
mayor porque tenía mucha tos, le di la teta a mi hijo menor, busqué
a mi hija después en la escuela.
Masculino.
Masculino.
Masculino.
Masculino.
Masculino.
Me acuerdo de cuando vivíamos con mis
padres en San Luis, en un barrio de casas bajas, bellísimas. Mi papá
me llevaba todos los domingos a tomar un helado mientras esperábamos
a que mi mamá saliera de la peluquería.
Me
asusta cuando despegan los aviones, cuando escucho un ruido raro de
noche y cuando las calles están muy oscuras. Pero no me asusto con
facilidad.
Me asusto con facilidad si algo me
toma por sorpresa y no es del todo agradable, o bien si no estoy
preparado para que algo me tome por sorpresa —hete aquí el sentido
de la sorpresa, ¿no?—. Quiero decir, si alguien viene
silenciosamente por la espalda y me toca un hombro, sí, claro, me
asusto con facilidad. Si hay una situación de riesgo donde muchos se
asustarían y se paralizarían, ahí no, no me asusto, actúo con
frialdad y plena conciencia sin miedo.
Me
bañé, escuché Ray of Light, fui a comprar un libro a Losada, fui
al cumpleaños de mi sobrina Jazmín, comí sándwiches de carne,
tomate y rúcula; tomé helado, canté un que los cumplas feliz,
comí torta, me reí con anécdotas sobre el barrio en el que
nacieron mis papás (Villa Celina), leí la Noticias, jugué a vestir
muñecas con mi hija, volví a casa, comí pizza fría y acá estoy.
Me comunico.
Me desperté temprano y desayuné con
mi prima, que vive conmigo. Comimos tostadas con mermelada y
frutillas. Ella se fue bien vestida a la oficina y yo me quedé
preparando una entrega, en camisón, y disfrutando de la luz que
entraba por mi ventana. Al mediodía salí de casa y caminé hacia la
facultad bajo el sol mientras escuchaba música con mis auriculares.
Me desperté y preparé el desayuno.
Llevé a los chicos al colegio. Volví y ordené la casa. Cociné.
Fui a buscar a los chicos al mediodía, vinimos a comer a casa y
volví a llevarlos al colegio. A la tarde fui a hacer unos trámites
al banco. Cuando llegué, dormí una siesta de media hora y después
me levanté y leí una revista. Saqué a pasear a Manchas, nuestro
perro, y fui con él a buscar a los chicos al colegio. Valentina, la
más chica quería venir a casa con una amiga así que me traje a los
dos varones y las dos nenas. Valentina y su amiga querían jugar con
disfraces de princesas, así que fui a la baulera a buscar unos
vestidos viejos de mamá y se los puse. Me senté un rato con los
varones y los ayudé a hacer la tarea. Las chicas estaban muy
revoltosas y Valentina se había encaprichado con que quería un
vestido celeste. Para calmarlas, les propuse que jugáramos al “salón
de belleza”, así que las senté y las maquillé. Estaban
contentísimas. Al rato vino la madre de la amiga de Valentina a
buscar a su hija y, cuando la vio toda pintada, se enojó conmigo y
dijo algo así como que yo pretendía que las chicas “quemaran
etapas”. Discutimos y quedé muy mal. Valentina preguntaba qué
había pasado y yo le dije que la madre de su amiga era una
infradotada. Me arrepentí al instante pero me salió del alma.
Valentina se puso a llorar y no había forma de que parara; el rímel
negro se le había corrido por toda la cara. A la noche llegó mi
marido de la oficina con un mal humor terrible. Cenamos y se fue a
dormir. Yo acosté a los chicos. El del medio no se podía dormir
porque un compañero le había contado una historia de monstruos y le
daba miedo. Me senté en su cama y le di la mano hasta que se durmió.
Después fui a la cocina a lavar los platos y a barrer el piso.
Cuando me acosté, sentí que mi hijo me llamaba porque tenía miedo
otra vez. Me acosté en su cama y me dormí un rato.
¿Me divierto?
Me
empeño en creer que sí, pero sé que no.
Me
gustaría decir algo como "cuando despertó, el dinosaurio ya no
estaba allí", pero lo cierto es que mis historias rara vez son
cortas.
Me gustaría ir a comer a restaurantes
caros y comprar vestidos y zapatos.
Me gustaría que se distribuyera
comida y abrigo para los que no lo tienen.
Me
iría con las hermanas Mitford a tomar el té al Alvear. O me lo
llevaría a Borges a un Jam de escritura en Le Bar.
Me
levanté a las 6am, me duché, desayuné, me vestí y me tomé el
subte a la oficina. Llegué a las 8, prendí la computadora, revisé
los foros (parte de mis tareas es moderar unos foros en internet) a
ver qué me esperaba, abrí el gmail y me puse a contestar este
cuestionario, para demorar el momento de empezar a trabajar.
Me levanté. Discutimos con mi
concubino. No nos entendimos. Nos enojamos. Lloramos, hablamos, no
nos entendimos, lloramos, lloramos, hablamos. Curtimos. Lloré. Me
duché rápido. Fui a comprar una caja de 40 Paragüitas FelFort.
Comí algo, muy poco, en el camino. Me fui a la facultad en donde un
amigo muy querido, que resulta ser el director de la carrera de
publicidad hace un evento llamado Fogón sin Fuego al que asisto
desde hace 8 años. Un aula, piso de madera astillado, guitarras,
comida, gente querida. Para eso eran los Paragüitas. Es mi
tradición. Salí temprano. De ahí me fui caminando a terapia.
Estamos hablando de unas 40 cuadras. Estamos hablando de que no tenía
azúcar en la sangre por lo poco que había comido. Se me bajó la
presión en el camino. Varias veces. Me compré una Gatorade. No me
hizo nada. Además, me sentía mal, muy mal (y no era físico).
Llegué 10 minutos temprano. Subí con el psicoanalista que se dio
cuenta al instante de mi estado. ¿Qué pasó?, me dijo en el
ascensor y yo apenas podía hablar. Tenés la voz tomada, dijo. No
hubo diván. Es de esas veces que necesita contenerme cara a cara. Me
llenó de caramelos, de M & M, de papel higiénico porque las
lágrimas y el rimmel habían hecho un desastre en mi cara. Volví a
casa caminando. Se me bajó de vuelta la presión cuando llegué a
casa. Olí alcohol, comí algo. Salimos a recorrer librerías de
Corrientes. Volvimos. Cenamos. Curtimos. Escuché Estelares. Chateé
con un (ex) entrevistado. Escribí esto.
Me parece agridulce.
Me parece un juego que hay que tomar
con seriedad.
Mercedes.
Mi
capacidad para reírme de casi todo y encontrar belleza en la basura.
Mi ciclotimia. Paso muy rápido de un
estado emocional a otro completamente opuesto.
Mi living, sillón y tele a la
izquierda, escritorio al centro, mesa y cocina a la derecha. Atrás,
mi cuarto.
Mi perro a veces hace un ruido que no
llega a ser ni un llanto ni un ladrido, es como si hablara.
Mi planta de naranja lima.
Miro películas y series. Salgo con
amigos. Leo.
Mis
héroes son músicos en general. Llevaría a Bowie y a Lou Reed a
alguna playa de la costa argentina.
Mis hijos.
Mis hijos.
Mis
preferidas son las historias familiares. Mi abuela Sara y mi abuelo
Israel se fueron de luna de miel a Salta. Parece que mi abuela se re
encariñó con un burro que había por ahí, y mi abuelo -enamorado y
dispuesto a consentirla en todo - le compró el burro. La cuestión
es que se volvieron de la luna de miel con un burro, que vivió
varios años en el jardín de la casa de Adrogué.
Mm, más o menos.
Mmmmm,
creo que no.
Monoambiente. 30mts2 con linda vista.
Moonlight sonata de Beethoven.
Muchas
cosas. La piel, las caricias bien hechas, las miradas cómplices, los
recuerdos de ciertas escenas. El sentido del humor es muy sexy. Pero
sobre todo, el amor (ok, es grasa, pero es verdad).
Mulan, de Disney, con mi hija.
Muriendo por los ojos.
Nick and Norah's Infinite Playlist.
Sí, estuvo bien.
Nicolás.
Ni el uno ni el otro.
Ni haciendo copy-paste.
Ninguno pero los hijos vienen a darle
uno.
Ninguno. Prefiero el silencio.
No
colecciono nada con la meticulosidad de un coleccionista. Guardo
cartas. Soy incapaz de tirar nada que alguien me haya escrito de puño
y letra en algún momento.
No creo en la fama. Siempre están los
que hablan de técnica, de originalidad, de conceptos, de alcance, de
impacto de una obra... Cuando yo era chica, decía que quería ser
artista. Me imaginaba teniendo un espacio propio para hacer lo que
quisiera. Yo les decía a mis papás que iba a tener un cuarto con
una mesa llena de pinturas, una ventana grande y una biblioteca.
Ellos se reían y me contestaban que me tenía que buscar un marido
millonario. Hoy, que estoy estudiando arte, no me atrevo a decir si
voy a ser artista pero sigo teniendo la misma fantasía que de chica.
Yo no sé si alguna vez venderé un cuadro o ejerceré algún tipo de
influencia para otros pero, por algún motivo, siento que las cosas
van fluyendo y estoy exactamente en donde quiero estar.
No creo haber sido influenciado por
ninguna figura de manera significativa (aunque si querés, poné Los
Beatles).
No detendría nada. Todo pasó por
alguna razón.
¡No! Era de lo más tímida. Pero no
lo vivía como algo malo, era muy fantasiosa y pensaba que yo tenía
algo especial que los demás no tenían. Siempre me intrigó la
infancia. A veces me gustaría tener videos, grabaciones, y poder ver
cómo hablaba o cómo me movía. Siento que volviendo a ese lugar
encontraría muchas respuestas a lo que soy ahora.
No hubiera detenido nada que cambie el
curso de la humanidad, digo, no se me ocurre algo como "detener
el bombardeo de... Sarasa", o "el asesinato de... Tal o
Cual"... o "tal atentado, tal guerra"... creo que esas
cosas delimitan el porvenir de la humanidad y si bien no estaría mal
que no existan, no me gustaría pensar en las consecuencias de poder
evitar alguno de esos hechos trágicos y masivos o de consecuencias
extraordinarias para el mundo entero; estimo que en este punto me
pondría egoísta y diría algo como: la muerte de mi abuelo.
No lo sé. ¿Tiene un sentido?
No me asusto con cosas triviales.
Puedo ver películas de terror o internarme en callejones oscuros sin
sentir miedo. Me preocupan cosas más trascendentales, como la
guerra, las armas nucleares, las catástrofes climáticas y el fin
del mundo.
No
mucho. Aunque tiene momentos muy serios (muy difíciles y de mucho
dolor), pero siempre es más sano restarle seriedad a las cosas,
dentro de lo posible. Cum grano salís, como decía mi profesor
favorito.
No quisiera funeral, o no quisiera un
funeral formal, quisiera que sea como un cumpleaños en realidad,
como una reunión de todos mis amigos, con una buena lista de temas
musicales, ninguna en particular.
No
releo libros. Trato de leer nuevos. Tengo demasiada cosa pendiente.
No
sé si el favorito, pero uno que me encanta es el que hace la cebolla
cuando la tirás en el aceite caliente para empezar a cocinar
cualquier cosa.
No
sé. Que me río mucho todo el tiempo, creo.
No si no te pasa nada grave. Y si
tenés las necesidades básicas cubiertas.
No soy de releer. A lo sumo consulto
cuando dudo de algo.
No suelo releer. No me gusta, pero
reconozco que leí Lisístrata, de Aristófanes unas 3 veces.
No, claramente no. Estoy esperando
para que me atiendan en reclamos del usuario.
No,
éste es un cuestionario de respuesta corta. ¡No
joda!
No, isn’t that obvious?
No, me manejo con una mezcla
customizada de cosas.
No, nada. De chica coleccionaba gomas
de borrar y todavía las tengo guardadas.
No, no anduve ni cerca de eso.
No,
no era popular. Pero tampoco era de los más impopulares. Digamos que
siempre me mantuve en un limbo intermedio. Tenía amigos en el
grupito "top" de mi colegio, y también tenía amigos entre
los más freaks y nerds.
No.
No.
No.
No.
No.
No.
No.
No.
No.
No.
Debería pensar mucho más.
No. La vida es una sola. Nos
auto-engañamos permanentemente creyendo que la vida sigue y con esa
excusa no hacemos lo que realmente deseamos. Vivimos como hormigas.
“Pare acá. Vaya para allá. ¿Crédito o débito? ¿Papel o
plástico? ¿Quiere agrandar su combo por cincuenta centavos?” No
busco eso. Quiero momentos reales.
No.
Para nada.
No.
Pero es un descreimiento sin demasiada convicción. Con
un "ojalá" in the back of my mind.
No.
Siempre me manejé en la intersección entre los populares y los
otros.
No. Soy agnóstico. Creo que hay algo
más allá pero no estoy bien seguro de qué es. Antes no creía en
nada y eso me hacía sentir un vacío profundo. Pero a medida que fui
creciendo, me empecé a dar cuenta de que todo está conectado. Creo
en la entropía universal. Todo sucede por alguna razón.
¡No se me ocurre ninguna!
O como bien dijo mi amigo RAE: (Voz
inglesa). 1. adj. Que tiene atractivo físico y sexual. Es muy sexy.
2. m. Atractivo físico y sexual. Tiene sexy.
Observador, estimo.
Oh,
who knows. Woody Allen dice que un rabino se lo reveló, pero se lo
dijo en Yiddish, así que nunca se enteró.
One way only. No puedo decir cuál es
el sentido de la vida estando plenamente vivo, creo que uno puede
transitar la vida con cierta noción de por qué uno la vive e
intentar vivirla de la manera que uno piensa que es correcta para
uno, para los que lo rodean y para el mundo en el que vive, pero de
ahí a saber el sentido de la vida, ufff... creo que uno entiende eso
en el momento previo a no tener más vida, o llegado el momento en
que uno transitó todo lo que necesitaba transitar en esta vida como
para lograr una conclusión más acabada sobre el tema. Seguramente
la respuesta a la pregunta se responde todos los días y todos los
días le damos sentido a la vida, hasta que un día ya no hay vida y
el sentido fue ese, cada instante vivido fue el único sentido que
tuvo vivirla. No hay meta, no hay sentido, uno no va en una dirección
y a la vez va en una única dirección. Así que la colección de
momentos vividos será al fin lo que de el resultado a la ecuación.
Conozco la ecuación, todavía no conozco el resultado, que
seguramente sea diferente para cada individuo.
Pablo Picasso. Lo llevaría a un
parque, mate y bizcochitos de por medio, y hablaríamos durante
horas.
Palabras sin sentido.
Para mí lo más importante en esta
vida son mis hijos.
Para nada. Soy aventurera,
emprendedora. Siempre pienso que gano más siendo así que lo que
perdería por ser miedosa.
Pasarla bien y el reconocimiento.
Supongo; no soy ni rica ni famosa.
Pasarla
bien, en el sentido menos superficial y más vital del término.
Paso.
Paso.
Pintando.
Pocos. No suelo releer pero justo
terminé El guardián entre el centeno. Me hace acordar a mi propia
adolescencia.
Por
intuición.
Porque
algo hay que hacer. Y también porque se parece bastante a lo que
quería hacer de chico.
Y cualquier persona (sea abogada,
maestra, presidente, médica o futbolista) puede aprender esta
lección: se puede crear, es posible visualizar algo y traerlo al
mundo… En el arte cada uno pone sus reglas.
Porque es lo que siempre quise hacer.
Porque me gusta hacerlo, porque
disfruto haciéndolo y porque encuentro felicidad en ello. Y esto
aplica a todo lo general y todo lo particular que ambiguamente
engloba esta pregunta.
Porque me gusta, porque quiero y
porque, a veces, puedo ser un poco caprichosa.
Porque no podría hacer otra cosa.
Porque siempre me gustó. Soy
afortunado.
Porque tomé una decisión y soy
consecuente con ella.
Preparé
unas preguntas para una entrevista telefónica que tenía que hacer
con el hijo del narcotraficante colombiano Pablo Escobar y con el
director de cine argentino que está haciendo un documental sobre su
vida. Ya bañado pero sin vestirme, llamé al hotel Fiesta Americana
de Guadalajara y hablé como una hora con ellos. Salí corriendo a
una reunión en la que sabía que me iban a decir que el proyecto en
el que veníamos trabajando hace meses no se iba a concretar. Me
dijeron exactamente eso. Confirmé por celular que aceptaba un nuevo
trabajo para empezar la semana siguiente. Me compré la
Inrockuptibles y me metí a almorzar en un Burger King. Leí la
entrevista a Pauls y la nota que escribió alguien que conozco.
Después fui a la facultad a cursar “Psicología y Comunicación”.
Un profesor bastante conocido en la facultad nos explicó que había
paro, nos pidió los mails y nos mandó a casa. Llegué a casa y me
puse a mandar mails. Me llamó Diego para venir a trabajar a mi casa.
Vino y trabajamos cada uno en su computadora, como siempre. Le mostré
mi nuevo descubrimiento: que si giro un poco la nueva tele, puedo ver
desde la mesa del living y manejarla con el control remoto. Mientras
estaba Diego me sonó el teléfono de casa, cosa que no pasa mucho.
Atendí y me ofrecieron otro trabajo bastante interesante. Mandé un
mail a alguien contando todas estas nuevas cosas. Comí mirando 678,
después un poco de Pettinato y finalmente Duro de Domar. Cada tanto
chequeaba mails buscando una respuesta que no llegaba, Finalmente
llegó y fue muy linda.
Primero el huevo y después la
gallina.
Puede ser.
Que escribo. Físicamente que soy
chiquita. Mido 1.53, peso alrededor de 42 kilos.
Que
Nueva York estuviera a 10 minutos en subte de Buenos Aires y a 20
minutos de Adrogué. Y que mis gatos vivieran conmigo. Eso para
empezar.
¿Querés
que te cuente el cuento de la buena pipa?
Que se pagara más en el mercado
editorial, que no aumentara la cuota mínima del monotributo, que mi
concubino dejara de fumar y que hiciera algún tipo de actividad
física (podría retomar mis clases de elongación).
¡¿Qué?! ¡¿Qué estoy haciendo?!
¡¿Qué?
Rayuela y De Cronopios y de Famas.
Reducir los niveles de ansiedad,
seguramente.
Reírse.
Revistas,
suplementos. Prensa gráfica.
Salgo, me río, juego, veo pelis, leo.
Salir
del agujero interior.
Samskeyti, de Sigur Ros.
Se
me ocurre una frase terrible que dije en terapia "si no lo digo
no existe".
Ser feliz.
“Seria”
es un adjetivo que nunca usaría para definir la vida.Sexy
es la belleza + tiempo. Sexy es Julie Christie, es Ángela Molina, es
Fanny Ardant. Sexy es la belleza + imperfecciones. Un diente partido,
una nariz grande, ciertas cicatrices.
Sé uno sólo, el mismo desde los
nueve años. Un señor peludo va al médico y le pregunta: Doctor,
¿qué padezco? Y el médico le contesta: padece un osito.
Sexy
es un hombre con camisa leñadora, un hombre o mujer que toca un
instrumento musical, una adolescente que lee. Sexy es Eddie Vedder,
es Brad Pitt con patas de gallo. Sexy son las atletas rusas, el
brasileño Daniel Galera.
—Sí,
claro, acá tiene una caja de zapatos.
Sí, claro.
Sí: no hay verdades absolutas. No hay
blancos ni negros, sólo grises.
¡Sí! (no jodan positivistas).
Sí, podría. Contaría uno que está
en el guión de una película, "Good Will Hunting", pero
que se los cuente Matt Damon, que lo hace mucho mejor que yo.
Sí, tenía muchas amigas. También
tuve muchos novios.
Sí.
Sí.
Sí.
Sí.
Sí.
Sí.
Sí.
Siempre
hay alguien alrededor.
Siempre hay historias para contar, uno
puede variar la duración según sea conveniente. Por ejemplo, me
acuerdo de aquella vez que le contaba a una persona cuán conveniente
es variar la duración de las historias al contarlas si es que uno
precisa que sea muy corta.
Sólo de a ratos.
Soy católica pero hace rato que dejé
de ir a la iglesia.
Soy
malísima contando chistes. En realidad no me gustan los chistes
clásicos. Me río de todo lo demás, pero no de los chistes. El
último que me hizo esbozar una sonrisa me lo contaron hace como
cuatro años y decía: "-¿Cómo se dice 'nadador' en San
Isidro? / - Tipo que nada". Cuac.
Soy muy desordenada…
Soy sociable y me gusta charlar por
horas.
Soy una gran coleccionista de basura.
Junto cualquier cosa de la calle porque me imagino todo lo que
"podría hacer" con eso. Al final nunca lo hago, pero no lo
tiro porque no quiero anular la posibilidad.
Supongo que ninguno de los dos.
Surfeando
olas gigantes.
Templando chocolate.
Tener la suficiente cantidad de dinero
como para no tener que preocuparme nunca más por él.
Tener más tiempo para mí.
Tengo 25 años y estoy en una playa.
Tengo
dos chistes que inventé yo que involucran al pan. Una vez los
escribí, así que acá los pego: Chiste 1. Se encuentran dos tipos
en una panadería y se preguntan por un tercero que hace mucho que no
aparece. Y le dice… -Che, ¿lo viste a Carlitos, que hace mucho que
no viene por la panadería? -No, se desconoce su panadero. Chiste 2.
Esto es en realidad una forma de decirle al mozo de un restaurante
que puede llevarse la panera. Cuando ya sentís que te llenaste de
pan, te ponés medio romántico, recordás la película Top Gun, el
tema del grupo Berlín… lo llamás al mozo y le cantás “take my
bread awaaaay”.
Tengo sentido del humor y mal
carácter.
Todo aquello que sea sensual para los
sentidos de cada quien.
Todo hace ruido. Hasta lo más
imperceptible.
Tomándome
un helado abajo de la parra en Adrogué, con mi familia y mis gatos.
Trabajando y siendo exitosa
profesionalmente.
Trabajar
en un lugar desde el que se vea el cielo.
Treinta y cinco.
Treinta y dos.
Treinta y nueve.
Treinta
y tres.
Treinta
y uno.
Truman
Capote.
U
Turn. Me gustó a medias, pero sobre todo, me puso muy muy nerviosa.
Uf.
Creo que nada, mirá lo que te digo.
Uff. Algún escritor pero no recuerdo
cuál.
Uhm. No sabría.
Un hombre va al psiquiatra: “Doctor,
mi hermano está loco… Cree que es una gallina.” El médico le
pregunta: “¿Entonces por qué no lo internan?”. Y el hombre
responde: “Lo haría pero necesito los huevos”.
Un profesor mío, un poeta, llamado
Javier Adúriz.
Un
shuffle con la música de mi compu. Con los temas que le gustan a
todos y aquellos que nadie entendería.
Un vestido negro y unos tacos.
Una
casa más grande y más linda. Asistentes.
Una chica de unos 24 años que gusta
de cambiarse sus identidades cibernéticas y escribe en un diario que
se edita en inglés.
Una tarde, mientras jugaba en la
vereda, enfrente de la casa de un amigo. Nunca les avisé a mis
padres adónde estaba. Ellos se preocuparon y salieron a buscarme.
Cuando me encontraron, mi papá me dio una cachetada que nunca voy a
olvidar. Me advirtió que jamás repitiera lo que había hecho. Una
semana después, mi padre se enfermó y murió a los pocos meses.
Durante mucho tiempo creí que había sido mi culpa. Todavía tengo
un complejo.
Uy,
tantas cosas. Pero digamos que la dictadura argentina del 76 al 83,
por lo menos.
Uy.
Mmmm. A Sigmund Freud. Lo
llevaría a pasear por los rincones de mi subconsciente y luego le
preguntaría: ¿Por qué TODO me da culpa?
Va a sonar medio grasa pero los gritos
y las vociferaciones relacionadas con el placer tienen algo
fascinante.
Van Gogh. En la casa de mi abuela
había una reproducción de “Noche estrellada” que siempre me
llamó la atención. Había algo de misterioso en ese cielo azul que
hacía que me detuviera a mirarlo cada vez que pasaba por ahí.
Varía
según el día: hoy le pediría a Sam Shepard que me lleve a pasear
en un descapotable por su infancia en California (aunque creo que no
califica como figura histórica, pero no importa).
Veinticinco años.
Veinticuatro años y once meses
cumplidos.
Veintinueve.
Veintinueve.
Veintiocho.
Veintisiete.
Veintiún años.
Veo
amigos, tengo conversaciones, fumo, escucho música, como cosas
ricas. Lo que hacemos todos.
Vi 500 days of Summer. Me gusto.
Vietnam, los regímenes dictatoriales,
la guerra contra Irak.
Y...
sí. Porque igual el árbol va a mover el aire al caer, y las ondas
sonoras se van a producir. Bueno, perdón, la respuesta nerd es
porque no se me ocurrió nada gracioso para decir.